En el terreno existente se encontraba un naranjo centenario. Se decidió que la casa abrace a este ejemplar haciéndolo participe de la vida familiar.
La casa se encuentra en el centro del terreno para mejorar la iluminación del jardín. Se ingresa a través de una pérgola que posee un sistema de uniones que permite generar una piel erizada, donde se trepa la vegetación generado un lugar de intercambio para la familia, logrando un espacio de transición como fuelle entre el interior y el exterior de la vivienda. Este nuevo espacio natural plantea un dialogo con el espacio donde se encuentra el naranjo, por lo que el espacio interior estará contenido por dos naturalezas, una existente y la otra implantada.
La planta baja es un espacio fluido donde la escalera ordena el espacio, todos los servicios se estrucutran hacia las medianeras, permitiendo mayor amplitud y flexibilidad de los espacios.
En la planta alta se encuentran los dormitorios. La suite toma la curva que rodea al naranjo, la cual permite apreciar su copa tanto desde la cama como desde la bañera. En resto de las habitaciones se brindan a la galería en doble altura.
En el último piso se encuentra la terraza cultivada y el estudio, lugar de silencio y quietud, lejos del ruido de las plantas inferiores.