Se concibe un campus universitario integrado plenamente a la ciudad, estructurado a partir de un conjunto de manzanas como continuidad del tejido urbano y la continuidad de la trama de calles de la ciudad que penetran en el territorio universitario hasta llegar a la barda, para ser escalada por paseos que culminan en miradores en los puntos panorámicos más altos. Una plantación de álamos refuerza la identidad de estas calles, que corren norte-sur, al mismo tiempo que recuperan la tradicional práctica neuquina para mitigar los fuertes vientos.
El Campus integra en su propio seno, ciudad y naturaleza, convirtiéndose en un parque urbano, un fragmento de ciudad sustentable, transición entre lo urbano-artificial y las formas del paisaje natural.